Durante la creación y consolidación de una empresa, el emprendedor atraviesa una montaña rusa de sentimientos que, mal encauzados, pueden dar al traste con el mejor de los proyectos. Te damos pautas para gestionar los principales bajones emocionales.
Miedo
Para Ana Isabel
Jiménez Zarzo, profesora de la UOC, “el
miedo está en la base
de casi todos los baches emocionales: al fracaso,
a no tener dinero...” Pautas para gestionarlo:
Asúmelo. Como reconoce Zarzo, para superarlo, “asúmelo. Sé realista para tener la capacidad de gestionar tus miedos”. Pacheco lo explica así, “el miedo te avisa de un posible peligro para que te pares a pensar y prepares soluciones preventivas y correctivas”.
Cambia el planteamiento. Manuel Tallada, socio fundador de MRC Training, defiende que el miedo al fracaso “se vence luchando contra la aversión al riesgo”. Se iluminan hasta 24 áreas más del cerebro ante una situación de incertidumbre que ante una negativa y tendemos a ser más conservadores cuando arriesgamos ganancias, por eso plantéate las decisiones en términos de pérdidas.
Atrévete. Ana Álvarez, coach y fundadora de anaalvarezmas.com, lo tiene claro: “antes me costaba hacer cosas nuevas, ahora me atrevo y si fracaso, lo asumo como una enseñanza, para no repetir errores ante situaciones similares”.
Márcate un límite. “Desde que empecé con el proyecto tenía el síndrome del fracaso, así que decidí fijarme un límite: cuando ya no pueda pagar la gasolina, vuelvo a mi antiguo trabajo. Este acuerdo conmigo fue clave para que la empresa tuviera éxito,” explica Joan Gaya, al recordar el proyecto que dirigió durante 12 años. Esta estrategia también le sirvió a Javier López, gerente de PlV (Publicidad en los lugares de Venta) a medida: “Es bueno poner un límite tanto temporal como económico. En mi caso me di un año y medio”.
Inseguridad
Las dudas sobre la viabilidad, sobre nuestra capacidad o experiencia, provocan inseguridad. “Ser empresario significa afrontar un reto diario en el que no sabes lo que va a suceder mañana”, confirma Lois Babarro, CEO de Intensive Learning, consultoría de idiomas especializada en traducción, interpretación e inmersión lingüística. Para gestionarla:
Identifica tus carencias. Sólo así podrás resolverlas. Es un tema de valentía personal. “La frustración te avisa de un posible límite o falta de capacidad. Debes investigar sobre ellos para idear nuevas formas de hacer las cosas que funcionen,” puntualiza Víctor Pacheco.
Comparte tus dudas. Muchas veces, compartir tus inseguridades con terceras personas ayuda a mitigarlas. “En mi caso, que mi socia sea mi mujer ha sido de gran ayuda nos llevamos los problemas a casa, pero al día siguiente regresamos al trabajo con las soluciones”, explica David Reinares, cofundador de Bagsonalité, empresa de fabricación de bolsos de piel con desarrollo de línea propia bajo la marca Reinares.
Selecciona mentores. Cuando el proyecto cuaja, a menudo surge el sentimiento de que “te viene grande y te estresas. Por eso es bueno ir de la mano de un experto que nos ayude y oriente,” insiste Seguí. Busca mentores o asesores.
Persigue tu meta. La inseguridad tiene mucho que ver con la incertidumbre. Eso es lo que le pasó, por ejemplo, a Jesús García Cortés, fundador de Best Moving Eurosouth SlU, una empresa de mudanzas internacionales. “Después de 25 años trabajando por cuenta ajena, me vi afectado por un ERE y tuve que reinventarme. Me surgieron muchas dudas, pero me lo planteé como una montaña que había que subir y sin marcha atrás.” Así que fíjate una meta y ve a por ella.
Y divídela en objetivos pequeños y alcanzables. Zarzo habla de “revisarlos para comprobar que son realmente medibles. Sólo así podrás ver cómo vas superando etapas, imprescindible para recuperar la confianza y la autoestima”. Una práctica que le ha sido muy útil a Javier López: “cuando perdí un gran cliente, me vine abajo y comprendí que lo más importante es ponerse unos objetivos reales para ser capaz de cumplirlos”.
El desánimo nos va a invadir muy a menudo “por el choque entre las altas expectativas con las que iniciamos una startup y la ausencia o tardanza de los resultados a los que aspirábamos”, recuerda Alberto Alcántara, CEO de Xerintel. Es lo que Babarro resume como “la travesía en el desierto”. Consejos para gestionarlo:
Automotívate. “Debes confiar en ti y luchar, demostrándote a ti mismo que puedes conseguirlo”, defiende Iriarte. Para motivarte, haz una lista de tus logros, esfuérzate por sonreír, aprende tres cosas cada día, sé agradecido...
Practica el altruismo. Álvarez habla de “ponerse un objetivo superior de cambiar el mundo cambiando a las personas. Así, si me desanimo, sé que estoy aportando mi granito de arena para que el mundo sea un lugar mejor”. Practica actos de bondad: ceder un asiento, dar limosna, ayudar... con visión 360. Para Sergio Gimeno, CEO de Woman Whishes, “el emprendedor ha de ser un camaleón y tener la visión 360 grados para adaptarse a todo lo que va a pasar. Tener siempre los pelos de punta para captar los cambios del entorno y reinventarse”.
Reinvéntate. Esta pauta está ligada a la anterior: “Mi startup funcionaba, teníamos clientes importantes, pero llegó la crisis y muchas de estas empresas quebraron. De manera que nos enfocamos en las pymes y ganamos en estabilidad y facturación”, explica Alcántara.
Ponlo en perspectiva. Para Antonio Vaquero, business manager de Quimos, empresa especializada en la fabricación y comercialización de productos químicos, “para gestionar este bache es necesario analizar pasado, presente y futuro y recordar por qué empezamos y nuestros ideales”.
Es un mal típico del emprendedor y tiene mucho que ver con la anticipación, con el afán de ocuparse con antelación de cosas, lo que nos genera angustia”. Para gestionarlo:
Focalízate en el ahora. Para vencer la preocupación, “hay que enfocarse en esos puntos que pueden ser negocio y que pueden concretarse ahora, centrarte en el presente y en el ya”, señala Tallada.
Rodéate de un buen equipo. Además de un buen socio, también es importante rodearte de un buen equipo, tal y como confiesa Mique Bielsa, fundador de Estudio Mique de diseño gráfico y comunicación: “a medida que va creciendo el proyecto, van cambiando tus responsabilidades y hace que tu ritmo de trabajo sea de menos calidad. La solución pasa por rodearte de un buen equipo en el que delegar y generar buen ambiente de trabajo”.
Y organízate. “Muchas veces no sabes qué dirección coger. Intento hacer muchas cosas a la vez y a menudo te asalta la frustración, la ansiedad y la falta de concentración. Para corregirlo, me hago organigramas con todas las cosas que se supone que debo hacer, elijo las cinco que considero más importantes y me olvido de las demás”, explica Victoria Miñana, fotógrafa y directora del estudio Victoria Fotografía.
Haz un listado. “Es necesario saber qué quieres conseguir, qué cosas valoras y qué necesitas para ser feliz. A mí me ayudó plasmarlo en un papel. Así veía lo que me hacía bien y lo que no”, explica Iriarte.
Dentro de este apartado incluimos aquellas emociones vinculadas a nuestra relación con el entorno, porque, como recuerda Fernández, la vergüenza “tiene mucho que ver con la mirada del otro, con la sensación de peligro social”. Para gestionarlo:
Apasiónate. Como explica Ta llada, “hay que mantener el entusiasmo y la pasión en tu proyecto para transmitirlo a clientes, inversores y demás stakeholders”. Algo en lo que coincide Gimeno, “el emprendedor debe enamorarse y enamorar a los demás porque tan malo es creérselo todo como no creerse nada”.
Ignora los chismes. La presión del entorno y los chismorreos pueden ser paralizantes, por eso es importante ignorarlos. “Los hijos sucesores deben tener este concepto muy claro porque les van a criticar siempre”, recuerda Tallada.
Da la cara. “En apenas 10 años, mi empresa pasó de cero a dos millones de euros y 45 empleados. Cuando llegué a la cima, me pegué un leñazo. La solución fue dar la cara. Asumir lo que había pasado y reinventarme”, rememora Toni Cidoncha, director general de Cidoncha Producción, especializado en producción artesana de pastelería.
Identifica la frecuencia ajena. Siguiendo con Cidoncha, “es tu labor como emprendedor entender que trabajar con mucha gente y posicionarte en la frecuencia de los demás”.
Comunícate. Un tipo de vergüenza muy habitual es el miedo a defraudar al entorno. Ana Álvarez lo venció “hablando con ellos y planteándoles que eso era lo que realmente me hacía feliz”.
Carlos Iriarte, CEO y fundador de SportUp y de Cisport, empresas especializadas en entrenamiento personal y comercio electrónico de artículos deportivos, respectivamente, habla de la soledad del emprendedor como uno de los grandes baches: “Hay momentos en los que sabes que tienes mucha gente cercana que te apoya, pero en realidad estás tú solo al frente de todo”. Para gestionarla:
Relaciónate entre iguales. “Procuro relacionarme con personas en una situación similar a la mía”, explica Ana Álvarez. Una opción es vincularte a comunidades o asociaciones de emprendedores o startups de tu misma área.
Aprende a escuchar. Como reconoce Iriarte, “tu vida gira entorno a tu negocio y esto influye en la manera de relacionarte con los demás, vives acelerado y la gente lo percibe como algo negativo. Habla menos y escucha más, realiza actividades que te permitan evadirte, pasa ratos en buena compañía...”.
Respeta el ámbito personal. “Es importante que exista un equilibrio entre la comprensión que debería aportarte tu pareja/familia y la atención que merece”, insiste Iriarte. Algo en lo que coincide Paula Tejero, cofundadora y business development en Swype Consulting, consultoría de marketing y transformación digital: “Hay que tener prioridades: hacer ejercicio, reservar un día para los amigos y llegar antes a casa para estar con tu familia son tareas obligatorias”.
Como expli ca Crespo, la euforia es muy peligrosa “porque puede llevarte a tomar decisiones arriesgadas, poco pegadas a la realidad y ver las cosas demasiado bonitas”. Cidoncha coincide en que provoca errores de percepción: “cuando me iba bien estaba endiosado porque no paraban de darme premios, me llamaban para dar charlas... Y luego vino el batacazo por una mezcla de factores: malas decisiones estratégicas, mala situación financiera, morosidad...”. Gómez Lega lo confirma: “la visión no objetiva de la realidad puede engañar a nuestro modelo de toma de decisiones y llevarnos a una situación errónea”. Consejos para gestionar:
Sé humilde. “He visto muchos altos directivos que hablan con dios, se rodean de aduladores, crean la enfermedad del poder y pierden la humildad. Los emperadores romanos llevaban un señor que les recordaba que eran humanos”, explica Tallada.
Asesórate. Busca asesores que te ayuden a analizar las cosas equilibradamente, que te den una visión relajada desde fuera, para no dejarte arrastrar por la euforia.
Con el ojo en el usuario. “Es muy importante ponernos en el lugar el usuario para no dejar nos llevar ni por la euforia ni por el desánimo”, explica Yolanda Gutiérrez, propietaria de Keiko Japo Zone, restaurante fusión de comida japonesa y mediterránea.
Y relativízalo todo. “El emprendimiento está lleno de altibajos, por ello hay que buscar cierta estabilidad mental, relativizando tanto el éxito como el fracaso”, insiste Iriarte.