Dentro de este apartado incluimos aquellas emociones vinculadas a nuestra relación con el entorno, porque, como recuerda Fernández, la vergüenza “tiene mucho que ver con la mirada del otro, con la sensación de peligro social”. Para gestionarlo:
Apasiónate. Como explica Ta llada, “hay que mantener el entusiasmo y la pasión en tu proyecto para transmitirlo a clientes, inversores y demás stakeholders”. Algo en lo que coincide Gimeno, “el emprendedor debe enamorarse y enamorar a los demás porque tan malo es creérselo todo como no creerse nada”.
Ignora los chismes. La presión del entorno y los chismorreos pueden ser paralizantes, por eso es importante ignorarlos. “Los hijos sucesores deben tener este concepto muy claro porque les van a criticar siempre”, recuerda Tallada.
Da la cara. “En apenas 10 años, mi empresa pasó de cero a dos millones de euros y 45 empleados. Cuando llegué a la cima, me pegué un leñazo. La solución fue dar la cara. Asumir lo que había pasado y reinventarme”, rememora Toni Cidoncha, director general de Cidoncha Producción, especializado en producción artesana de pastelería.
Identifica la frecuencia ajena. Siguiendo con Cidoncha, “es tu labor como emprendedor entender que trabajar con mucha gente y posicionarte en la frecuencia de los demás”.
Comunícate. Un tipo de vergüenza muy habitual es el miedo a defraudar al entorno. Ana Álvarez lo venció “hablando con ellos y planteándoles que eso era lo que realmente me hacía feliz”.